Asi se veía esa noche...



Las lágrimas fluyen
sobre la mejilla de hierro
del centinela que yace solo.

Pensamientos que ruedan
por su alma intrépida;
mutilando su rostro, severo en el día.

Oh, la sagrada noche, donde se acerca la memoria,
con su rostro suave y dulce hacia mí.

Pero sus melodías son tristes, como las aéreas baladas
que el infante oye sobre las maternales faldas.

A tu alrededor, delicadas formas huyen,
con níveas frentes y dorados cabellos,
con ojos que ciegan como los cielos de verano,
y labios que hablan de perdidos días pasados.

Amplio es tu vuelo,
oh, espíritu de la noche,
por valles, corrientes y arboledas,
pero mayor es en la penumbra
del austero cuarto del poeta.

Allí eliges, esquiva; vagar.


Madrid/Buenos Aires/2009-2011





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